
Por Facundo Pais*
En esta nota Facundo nos cuenta su experiencia profesional en el AMBA y la decisión de trasladarse al interior del país. A partir de allí nos explica sus limitaciones, deseos y las posibilidades concretas de desarrollarse profesionalmente.
Reflexiones de un relacionista entre montañas.
Me parecía correcto y pertinente iniciar este texto con un dicho popular argentino que me acompañó durante catorce años, etapa en la cual migré para estudiar y trabajar en la región AMBA: “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. Para el que habita la gran ciudad, el tema tal vez sea sólo una frase. Para el que vive en provincia, o en otras provincias… es mucho más profundo.
En mi caso provengo de una ciudad bellísima, llamada Trevelin, que cuenta en la actualidad con unos quince mil habitantes aproximadamente. En los pueblos chicos uno tiene un altísimo porcentaje de probabilidad de cruzarse a funcionarios en el súper, ser amigo, pariente, etc. Mucho de la lógica del trabajo en relaciones públicas, de comunicación o asuntos públicos, se cae. ¿Por qué una compañía invertiría en un gran plan estratégico de asuntos públicos, cuando uno puede ir a conversar con el intendente sin demasiadas complicaciones? Las lógicas se tuercen.
En 2016, viviendo en Buenos Aires, tuve el honor de poder trabajar en torno al proyecto de Ley de Gestión de Intereses que se planteaba, escuchar múltiples voces de los profesionales del segmento, sumar comentarios y visiones para lo que proponíamos desde el Consejo Profesional de Relaciones Públicas. Uno de los comentarios me quedó grabado a fuego: “Está muy bien una Ley, pero… ¿Qué hacemos en los pueblos chicos cuando te cruzas con el intendente en el súper mercado y hacés lobbying? ¿Quién registraría ese diálogo informal y fortuito?”. Son puntos para hacer foco.
Ni hablar de los que se dedican a comunicación institucional, más cercanos a marketing PR o branding: ¿Por qué invertir en un área si basta con un mensaje en la radio, o “mensaje al poblador”? Incluso sin sesgar el foco de pueblo chico, sino en ciudades grandes “del interior”: ¿cuántas compañías tienen la potestad de plantear una campaña local? ¿Cuántas “les baja” el plan, campaña, etc., desde casa matriz u oficina central en Buenos Aires? Tenemos un gran frente a trabajar en el federalismo profesional.
Para repensar esas aristas de la profesión desde el Consejo creamos una comisión especializada, llamada “Federalización”. Es un espacio en formación, de búsqueda de puntos en común y necesidades profesionales compartidas.
Cuando decidí volver de Buenos Aires a mi pueblo me surgió la pregunta: ¿Y ahora qué? Con todo lo desarrollado antes, no es una visión muy alentadora, ¿verdad? Pues no, pero es un ejercicio de la profesión muy distinta, mucho más diversificada que en las grandes ciudades. El “hombre orquesta” llega a vos a la fuerza.
Actualmente asesoro a tres organizaciones sociales, doy soporte en el desarrollo de un proyecto del tercer sector, mantengo una relación aceitada y colaborativa con el poder ejecutivo y legislativo local, e incluso un proyecto de medios local que está en fase de armado. Todos esos frentes que llenan mi agenda, sumado a mi colaboración voluntaria en el Consejo y los servicios digitales que se pueden atender, dado el contexto en el que estamos.
Por ello, invito y aliento a todos los que deseen migrar a zonas menos pobladas a hacerlo. Se puede trabajar, se puede aplicar en pequeñas y grandes ciudades “del interior” nuestra profesión. Pero requiere mucha creatividad, entrega y paciencia de nuestra parte.